UNIDAD III: Antropología filosófica: concepción Judeo-cristiana

concepción Judeo-cristiana


Para la concepción judeo-cristiana, expresada en la Biblia (vocablo que significa "los libros" y que abarca el Antiguo y el Nuevo Testamento), Dios existió siempre y creó el Cielo y Tierra, el universo y los seres vivos. Los hombres fueron creados a imagen y semejanza de os. El primer hombre y la primera mujer, creada a partir de una costilla del hombre, fueron Adan y Eva y habitaron el Paraíso llamado Edén junto con el Creador.
Sin embargo, los primeros seres no respetaron la prohibición de Dios de comer de un árbol del Edén que contenía la Ciencia del Bien y del Mal. Desobedecer a Dios es pecado y por eso Adán y Eva sufrieron la "caída", es decir, la pérdida del paraíso, la inmortalidad y la gracia divina.
En la doctrina cristiana, los seres humanos recuperan la inmortalidad del alma gracias sacrificio de Jesucristo que murió en la tierra. A partir de entonces, el ser humano está connformado por un cuerpo mortal y un alma inmortal. Para la tradición judeo-cristiana, el cuerpo era el lugar del pecado, sobre todo en la Edad Media, se consideraba que los placeres corporales ofendían particularmente a Dios. Pero, a diferencia de la tradición greco-latina, hay una concepción monista —de "mono", uno— de la naturaleza humana, no dualista, El cuerpo y alma no son dos sustancias yuxtapuestas sino que constituyen una realidad únivoca. El alma no puede existir sin el cuerpo y el cuerpo no puede vivir sin el alma. Cuando el hombre muere, el alma se separa del cuerpo; pero esa existencia es transitoria y antinatural. Para el cristianismo, el alma volverá a su estado natural de unidad con el cuerpo en la resurrección de la vida futura. La resurrección es tanto del cuerpo como del alma.


Uno de los pensadores cristianos más importantes de la Edad Media, considerado un los Padres de la Iglesia Cristiana, fue San Agustín (354-430). Él postulaba que Aristóteles y toda la filosofía antigua habían cometido un error fundamental: exaltar el poder de la razón; como el supremo poder del hombre. Pero, la razón, por sí sola, no conduce al camino de la verdad, la luz y la sabiduría; sino que precisa de la fe.
Para San Agustín, el hombre fue creado a imagen y semejanza de Dios; y en su es original, tal como salió de las manos de Dios era igual al Creador. Pero eso se perdió f pecado de Adán. A partir de entonces la razón se enturbió y necesita ser iluminada poi en Dios para volver a la pureza y a la inmortalidad edénica anterior a la caída. La fe er ilumina la razón y hace posible la inteligencia.



Otro gran pensador medieval del cristianismo fue Santo Tomás de Aquino (1225-1274) En algunos planteos vuelve a las fuentes de la tradición aristotélica, y coincide con Agustín en que la razón humana es muy poderosa pero no puede hacer uso de sus podi no cree en Dios, si no está guiada e iluminada por la gracia de Dios.

Fuente: Raffin Marcelo,“Filosofía”, Editorial Tinta fresca, Buenos Aires, 2006.

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