Unidad III: Antropología filosófica: Jean Paul Sartre: el hombre es lo que él se hace

Jean Paul Sartre: el hombre es lo que él se hace




En su obra El Existencialismo es un Humanismo, el filósofo francés Jean Paul Sartre (1905-1980) afirma que lo común a las escuelas existencialistas (atea y cristiana) es el considerar que la existencia precede a la esencia, lo que comienza a explicar con un ejemplo didáctico: cuando un artesano fabrica un cortapapel o un libro, tiene en mente el concepto de cortapapel o libro, lo que incluye además una técnica para su producción. "Diríamos entonces -afirma Sartre- que en el caso del cortapapel, la esencia -es decir, el conjunto de recetas y de cualidades que permiten producirlo y definirlo-precede a la existencia" (Sartre, J. P., El Existencialismo es un Humanismo, Buenos Aires, Sur, 1975, Pág. 15).
“(...)Del mismo modo, varios filóso¬fos han considerado a Dios como un artesano, que crea al hombre de acuerdo con cierto concepto que existía previamente en su entendi¬miento:
Así el concepto de hombre en el espíritu de Dios es asimilable al concepto de cortapapel en el espíritu del industrial (...) (Sartre, J. P., El Existencialismo es un Humanismo, Buenos Aires, Sur, 1975, Pág. 16).
Por lo tanto, de acuerdo con esta posición, también en el hombre la esencia precede a la existencia. Esta idea la compar¬ten incluso los filósofos ilustrados del siglo XVIII, que han suprimido la idea de Dios pero consideran que el "el hombre es poseedor de una naturaleza humana; esta naturaleza humana que es el concepto humano, se encuentra en todos los hombres, lo que significa que cada hombre es un ejemplo particular de un concepto universal, el hombre [...]" (Sartre J. P., Ob. cit., Pág. 16).
A continuación, Sartre afirma que su po¬sición existencialista atea es más coherente y la sintetiza del siguiente modo:
[...] si Dios no existe, hay por lo menos un ser en el que la existencia precede a la esencia, un ser que existe antes de ser definido por ningún concepto, y que este ser es el hombre [.. .]¿Qué significa aquí que la existencia precede a la esencia? Significa que el hombre empieza por existir, se encuentra, surge en el mundo, y que después se define. El hombre, tal como lo concibe el existencialista, si no es definible, es porque empieza por no ser nada. Sólo será después y tal como se haya hecho. Así, pues, no hay naturaleza humana, porque no hay Dios para concebirla. El hombre es el único que no sólo es tal como él se concibe, sino tal como él se quiere, y como se concibe después de la existencia, como se quiere después de este impulso hacia la existencia; el hombre no es otra cosa que lo que él se hace. (Sartre J. P, Ob. cit., Pág. 18.)
Según vemos, el hombre comienza por existir. Sartre, al igual que el resto de los existencialistas, le otorga a la palabra "existir" su sentido etimológico; "existir" significa "ir hacia fuera, proyectarse en la realidad". El hombre es proyecto, no en el sentido de plan hacia el cual tiende, si¬no su verdadera condición de ser; y como proyecto, el hombre está siempre haciéndose. Al tener ante sí un abanico de posibilidades, el hombre elige entre esta o aquella posibilidad, y lo que él es coincide con esa elección. Esta elección conlleva una responsabilidad que va más allá de su estricta individualidad, e involucra a todos los hombres:
“(...)Cuando decimos que el hombre se elige, entendemos que cada uno de nosotros se elige, pero también queremos decir con esto que al elegirse elige a todos los hombres. En efecto, no hay ninguno de nuestros actos que al crear al hombre que queremos ser, no cree al mismo tiempo una imagen del hombre como consideramos que debe ser. [...] Así nuestra responsabilidad es mucho mayor de lo que podríamos suponer, porque compromete a la humanidad entera. [...] si quiero [...] casarme, tener hijos, aun si mi casamiento depende únicamente de mi situación, o de mi pasión o de mi. deseo, con esto no me encamino yo solamente, sino que encamino a la humanidad entera en la vía de la monogamia. [...] Así soy responsable ante mí mismo y para todos, y creo cierta imagen del hombre que yo elijo; eligiéndome, elijo al hombre (...)” Sartre J. R, Ob. cu., Págs. 19 a 21.
Este concepto de responsabilidad está directamente relacionado con otros conceptos clave del existencialismo sartreano: angustia, desamparo y desesperación.
La angustia es el sentimiento que surge en el hombre al tomar conciencia de que en su elección compromete a toda la humanidad en un mismo camino. Para Sartre no constituye un factor paralizante que conduz¬ca al hombre a la inacción, sino que por el
contrario es la condición misma de la acción.
Desamparo, por su parte, significa que Dios no existe, lo cual implica la ausencia de valores objetivos, que legitimen la conducta moral de los hombres. Pero como tampoco existe previamente una naturaleza humana, que determine el curso de sus acciones y a su vez le permita dar razón de ellas, el hombre está solo y "condenado" a ser libre de elegir cómo actuar:
“(...)Así, no tenemos ni detrás ni delante de nosotros, en el dominio luminoso de los valores, justificaciones o excusas. Estamos solos sin excusas. Es lo que expresaré diciendo que el hombre está condenado a ser libre. Condenado, porque no se ha creado a sí mismo, y sin embargo, por otro lado, libre, porque una vez arrojado al mundo es responsable de todo lo que hace.(...)”Sartre, J. R, Ob. cit., Pág. 27
Por último, desesperación significa que el hombre debe hacerse cargo sólo de lo que depende de su voluntad; es decir, só¬lo es responsable de lo que cae bajo el dominio de sus posibilidades, y no del curso de los acontecimientos ni de las acciones de las otras personas:
“(...)Cuando se quiere alguna cosa, hay siempre elementos probables. Puedo contar con la llegada de un amigo. El amigo viene en ferrocarril o en tranvía: eso supone que el tren llegará a la hora fijada, o que el tranvía no descarrilará; pero no se trata de contar con los posibles sino en la medida estricta en que nuestra acción implica el conjunto de esos posibles. A partir del momento en que las posibilidades que considero no están rigurosamente comprometidas por mi acción, debo desinteresarme, porque ningún Dios, ningún designio, puede adaptar el mundo : y sus posibilidades a mi voluntad.(...) Sartre, J. P, Ob. cit., Págs. 35 y 36.
Y en referencia directa a las acciones que pueden realizar los otros seres humanos, agrega más adelante:
[...] no puedo contar con hombres que no conozco fundándome en la bondad humana, o en el interés del hombre por el bien de la sociedad, dado que el hombre es libre y que no hay ninguna naturaleza humana en que pueda yo fundarme. (Sartre, J. R, Ob. cit., pág. 37).
Para Sartre, el hecho de no esperar algo ni de las cosas ni de los otros, no conduce al hombre al quietismo, sino a obrar sin esperanzas, a contar sólo con lo que entra en el dominio de sus posibilidades, con el compromiso y la responsabilidad que ello implica.
El pensador francés finaliza su exposición afirmando que su doctrina existencialista es una forma de humanismo:
(...)Humanismo porque recordamos al hombre que no hay otro legislador que él mismo, y que es en el desamparo donde decidirá de sí mismo; y porque mostramos que no es volviendo hacia sí mismo, sino siempre buscando fuera de sí un fin que es tal o cual liberación, tal o cual realización particular, como el hombre se realizará en cuanto humano.(...) Sartre, J. R, Ob. cit., Pág. 64.

 
Fuente: FILEC II, ed KAPELUSZ, Nelva E. Morando, Claudio M. Arca, Bs As, 2000.

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