El hombre como animal racional y político
Aristóteles sostenía que la realidad estaba constituida por cosas individuales, es decir, lo que existe es esta piedra, este árbol, este animal, etc. A su vez, cada uno de ellas está compuesta por dos principios o factores íntimamente relacionados entre sí: la materia y la forma. Estos dos conceptos tenían un significado preciso que no coincide con lo que hoy entendemos por ellos. La materia era aquello de lo cual algo estaba hecho, su contenido, lo cual no era necesariamente "material" en sentido físico (por ejemplo, el contenido de un libro). Por su parte, la forma era aquello que hacía que algo fuera lo que era, su esencia o cualidades específicas; por ello no debía confundirse forma con figura o apariencia externa de algo.
La forma, es un principio activo en tanto le imprime forma, hace "ser" a la materia, la cual es en sí misma pasiva e indeterminada. Para dar un ejemplo sencillo: la forma de una gallina es aletear, cacarear, poner huevos, es decir, las cualidades que la hacen pertenecer a la especie gallina, pero si la gallina muere su forma deja de existir, quedando sólo la materia1; del mismo modo, la forma de una mesa es ser una tabla con al menos una pata que le sirve de apoyo, pero si se la destruye, deja de ser mesa quedando sólo la materia, aquello de lo que está hecha (la madera, la caña, el metal, etc.).
Considerar las cosas reales como un compuesto de materia y forma es analizarlas estáticamente, dado que no se ha tenido el cuenta el movimiento y el cambio a las que están sujetas. Por ejemplo: una gallina antes de ser gallina ha sido un huevo, y una estatua antes de ser estatua ha sido un simple trozo de mármol.
Por eso, para explicar los cambios que se producen en las cosas, Aristóteles introdujo los términos de acto y potencia. Potencia es la posibilidad inherente que hay en la materia de recibir determinada forma, mientras que acto es la realidad actual de algo, lo que es en ese momento. Por ejemplo: lo que en acto es un huevo, en potencia es una gallina, o para ser más claros, en el huevo están dadas las condiciones para que ese ser en acto pueda convertirse en gallina y no en hormiga o mariposa; de este modo, entonces, el huevo es la materia próxima capaz de recibir la, forma de gallina, es decir, la que le permite llegar a ser una gallina.
La introducción de estos conceptos nos facilitará comprender la escala de la naturaleza, en cuya cumbre Aristóteles ubicó al hombre.
En el escalón inferior colocó los cuatro elementos (tierra, agua, aire, fuego), cuya materia próxima es la materia pura, y su forma, las cualidades específicas que distinguen a uno de otro: frío, húmedo, seco y caliente.
En el escalón siguiente se ubicaron las sustancias homeoméricas, aquellas cuyas partes son homogéneas, como los minerales o los tejidos (por ejemplo, si partimos en dos un trozo de mineral obtenemos dos trozos de mineral, y lo mismo ocurre si partimos un trozo de madera). La materia próxima de estas substancias son los cuatro elementos, mientras que su forma es la proporción que encontramos de cada uno de ellos en los tejidos o en los minerales.
Luego ubicó los cuerpos anomeoméricos, aquellos cuyas partes no son homogéneas, como por ejemplo los órganos (si corto en dos la hoja de un árbol no obtengo dos hojas). Su materia próxima son los tejidos y su forma es la función que el órgano cumple.
En el escalón siguiente ubicó las plantas, cuya materia próxima son los órganos y cuya forma es lo que Aristóteles llamó alma vegetativa, Cabe aclarar que para el pensador griego alma es la forma de un ser vivo, es decir, el principio que le imprime vida a ese ser, pero no puede ser alma de cualquier cuerpo, sino de un cuerpo de cierta naturaleza. Las plantas, por caso, sólo tienen la capacidad de recibir el alma vegetativa, que tiene las funciones de alimentación, crecimiento y reproducción.
Aristóteles ubicó después a los animales, cuya materia próxima es el alma vegetativa y su forma, el alma sensitiva. Sus funciones específicas son las de tener sensaciones, apetitos y movimiento.
Finalmente, colocó al hombre en la cumbre de los seres naturales. Su materia próxima es el alma sensitiva, mientras que su forma es el alma racional.
El hombre comparte con los animales las facultades nutritivas, reproductivas y sensitivas (almas vegetativa y sensitiva). En cambio, el entendimiento es una facultad propia del alma racional.
Consideremos ahora la diferencia entre alma sensitiva y alma racional.
El alma sensitiva tiene tres facultades que le son propias: la de percepción (conocimiento sensible), la apetitiva y la de movimiento.
La percepción permite el conocimiento de lo particular, pero no de la esencia de las cosas; así, un animal puede percibir esta flor con sus características particulares (si es roja o amarilla, si tiene tres, cinco o más pétalos, si es o no perfumada), pero es incapaz de conocer la flor universal, es decir, ir más allá de las cualidades particulares que ve en ese momento.
La facultad apetitiva le permite desear o rechazar lo percibido por los sentidos) de este modo, déseará lo que le produzca placer y rechazará lo que le cause dolor.
Por último, la locomoción le permitirá buscar lo que desea o rehuir de lo que rechaza.
El alma racional, propia de los humanos, posee la facultad intelectiva que le permite conocer la forma (esencia) de las cosas y así construir conceptos universales. Las formas están implícitas en las cosas, pero para conocerlas es preciso efectuar un proceso de abstracción que la separe del objeto individual.
Para explicar esto, Aristóteles distinguió en el hombre un intelecto pasivo y uno activo. El intelecto pasivo es el entendimiento en potencia: del mismo modo que el ojo tiene en potencia la facultad de ver, el intelecto tiene la facultad de conocer. El intelecto activo es el entendimiento en acto, el principio activo que produce el acto de conocer, como la luz le permite al ojo el acto de ver. Por ejemplo, a través de los sentidos obtengo la imagen de un perro particular, pero para pensar la forma del perro no es suficiente tener su imagen y la facultad de pensar; es preciso que el entendimiento activo, como una especie de iluminación, separe la forma que subyace en la imagen para que el intelecto pasivo la reciba, la piense.
Recordemos lo que dijimos antes. Materia y forma o, en sentido dinámico, potencia y acto son dos aspectos de las cosas íntimamente relacionados: para que un objeto reciba determinada forma deben existir condiciones materiales que lo permitan. Así, en las plantas, los animales o los hombres, las almas respectivas dependen del cuerpo, de que en el cuerpo se den las condiciones materiales para recibir esas almas o principios vitales que les permiten ejercer las funciones ya descriptas. El alma es en relación al cuerpo que da vida, pero no puede existir sin él y, por lo tanto, el alma es mortal.
Sin embargo, Aristóteles sostenía que mientras el intelecto pasivo estaba unido al cuerpo y era mortal, el activo era autónomo e inmortal. .Este punto de su Filosofía no fue suficientemente aclarado por el pensador griego, lo cual ha dado lugar a distintas interpretaciones que no corresponde analizar en el presente texto. Pero sí es importante remarcar que el hombre se diferencia del resto de los animales por su facultad de pensar o, para decirlo en términos aristotélicos, el hombre es un animal racional, en tanto pertenece al género animal, pero cuya diferencia como especie es el uso de la razón.
Ejemplo tomado de Gaarder, Jostein, El mundo de Sofía, Madrid, Siruela, 1995, pág. 131. 2 ídem noca 1; pág. 132.
Fuente: Morando Nelva, " Filosofía y formación ética y ciudadana II", Editorial, Kapelusz, Buenos Aires, 2000.
Comentarios
Pero una duda; la grecolatina, es lo mismo que la "concepción griega"? como la llamas vos en tu artículo 1º de antroplogía filosófica.
Espero que me lo aclares, por favor.
Muy interesante tu blog, yo estudio filosofía y antropología y me sirve mucho esto, ya que lo explicas de manera espectacular.
Gracias!